viernes, 8 de enero de 2010

Llegada a China



A finales de septiembre de 2005, el avión procedente de Frankfurt se posaba con relativa suavidad sobre la pista del aeropuerto de Pudong, en Shanghai. Después de una considerable caminata hasta la aduana y de los consiguientes trámites de entrada, comenzaba una experiencia única en un país fascinante. ¿He dicho "país"?... quería decir "mundo".

Durante 5 años he tenido el privilegio de vivir en la China profunda (Jinhua), en la Venecia de Oriente (Suzhou), en la futura capital del mundo (Shanghai) y en una las ciudades-fábrica del país (Kunshan).

Cinco años dan para mucho. Conoces lugares nuevos, gente diferente, echas algunas cosas de menos y otras de más. Mientras estás en China (o en cualquier otro lugar del extranjero) añoras tu casa, la familia, los amigos. El problema empieza cuando vuelves a casa y transcurridas 3 semanas comienzas a echar de menos las mañanas de domingo en el parque Renmin de Shanghai, con sus abuelos haciendo Tai-chi o bailando el tango, las flores de loto, las partidas de ajedrez chino, los espontáneos cantores de ópera china, los dvd a 0,6 €, los camareros que esperan al cliente (y no al revés), los carriles-bici, la moto eléctrica, el tren de alta velocidad a precio de cercanías, la comida picante, la no picante, los jardines de Suzhou, el cangrejo de agua dulce de Kunshan etc., etc. y etc. Sirva este blog para compartir una experiencia que ahora mismo está interrumpida (lamentablemente no estoy en China en estos momentos) pero que espero poder reanudar cuanto antes.
FOTO: parque en la ciudad de Jinhua (provincia de Zhejiang). Un día cualquiera a las 8 de la mañana. Estatua representando una modalidad de deporte rural típica de la zona, la pelea de toros. Junto a la estatua, grupo de personas practicando Tai-Chi.

No hay comentarios:

Publicar un comentario